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El este caso se trataba también de un concepto nuevo de hostelería, un edificio de tres plantas con tres negocios diferentes en cada una de ellas, bar de pinchos en la planta baja, una tienda de vinos en el primer piso donde además se puede descorchar el vino adquirido y acompañarlo de unos pinchos del bar, y un restaurante en su última planta.

El edificio es el primero en la calle Laurel de Logroño, y el nombre del local tendría mucha importancia en el posicionamiento del público, además de ser capaz de trasmitir las tres líneas de negocio.

El nombre “La Tavina” surge de la unión de “taberna” y “vino”, le incorporamos el artículo “la” para mejorar la sonridad del nombre y también porque por la dureza del sonido inicial “ta”, el público le añadiría el artículo, y ante la posibilidad de que fuese llamado “el tavina” decidímos que la marca fuese “La Tavina”.